Ha pasado mucho tiempo desde mi última entrada en el blog, ante
todo por falta de tiempo y poca lectura. Ahora que empiezo a retomar mi ritmo
habitual en todas las facetas de mi vida (por fin!) voy a escribir sobre uno de los libros que leí
durante este período de tiempo de sequía literaria y que merece sin duda alguna una entrada: Stoner
de John Williams. Un libro venerado en muchos blogs, estupendas críticas por
todas partes y que debido a tan positiva publicidad tenía muchas ganas de leer.
Finalmente lo compré y lo devoré. Me encantó. Y pese a que me encantó es un
libro difícil de reseñar y difícil de explicar por qué me gustó tanto. Quizá una de las mejores descripciones del libro es una de
las opiniones que aparece en la contraportada que dice así:
“Se trata simplemente de un tipo que va a la universidad y
se convierte en un maestro. Pero es una de las cosas más fascinantes que jamás
he encontrado” – Tom Hanks , Times
Dicho así parece un tostón, ¿verdad? Un argumento aburrido y
sin grandes probabilidades de ofrecer algo interesante al lector. Pues no nos
equivoquemos, John Williams consigue que la vida del protagonista, William
Stoner, que efectivamente va a la universidad y acaba siendo profesor, sea interesante,
enganche y emocione. Bueno, maticemos, su vida no, pese a que a Stoner le pasan
muchas cosas, pero lo que es interesante es la sencillez con la que el autor narra sus experiencias y su relación con el entorno. Esta sencillez de la que
sólo los grandes genios son capaces. Me encantaría opinar sobre los personajes, la relación de Stoner con algunos de ellos, excavar un poco más en la personalidad del protagonista.
Un personaje extraño, a veces frío, a veces apasionado, a veces luchador y a
veces sencillamente alguien que se deja arrastrar por el destino. Pues poco más que añadir, la verdad. Sólo que quién le
gusten las lecturas sencillas y con carácter humano se la recomiendo encarecidamente.
Un gran placer la lectura de este libro descubierto
gracias a las opiniones y reseñas de gente como vosotros.
Un libro que llevaba tiempo en mi estantería, mucho tiempo. Me lo recomendó un ex compañero de trabajo hace por lo menos 6 años. En realidad me recomendó Germinal de Émile Zola y Las Uvas de la Ira de John Steinbeck.
Yo le hice caso y tal y cómo algunos ya habréis leído en el post en que comentaba el libro La Perla, también de Steinbeck, lo pasé tan mal con Germinal que cuando lo acabé me quedé sin ganas de leerme algo del mismo calibre y por eso fui postergando la lectura de Las uvas de la ira.
Finalmente, después de leer comentarios tranquilizadores y con tanto entusiasmo como el de Carol sobre mi gran obra pendiente, me lancé (ja, ja , parece que habla de jugarme la vida y sólo estoy hablando hablo de leer un libro….)
Y bueno, que deciros!!! Vaya maravilla de libro. La verdad es que he disfrutado muchísimo pese a la tristeza, la miseria y la injusticia que se respira. Para el que no lo sepa, la temática del libro se centra en los movimientos migratorios que tuvieron lugar en EEUU sobre los años treinta, después de la Gran Depresión. Miles de familias agricultoras cuyas tierras eran reclamadas por los bancos, deciden emigrar hacia California, una tierra verde, con casitas blancas y en la que, según los panfletos que llegan a sus manos, hace falta mucha mano de obra para recoger la fruta.
La familia Joad es una de esas familias que decide ir en busca de un futuro y de una nueva vida. Una familia extensa, formada por tres generaciones, capitaneadas básicamente por la madre. Ella es la que toma las decisiones importantes cuando están hundidos, es la mantiene la frialdad y el temple. Un personaje de una dureza increíble.
Un libro en el que las injusticias, la explotación y la degradación del ser humano están a la orden del día. La necesidad de comer y de alimentar a unos hijos les lleva a aceptar condiciones laborales inhumanas a toda esta masa de personas que han dejado los recuerdos y parte de su vida al otro lado del país.
“¿Cómo podremos vivir sin nuestras vidas? ¿Cómo sabremos que somos nosotros si no tenemos pasado?”
“No se necesita valor para hacer una cosa cuando es lo único que puedes hacer”
Un libro que podríamos adaptar perfectamente a nuestra época, en la que los salario bajan dada la gran oferta de trabajadores existentes, en la que ciertas personas tiene que escoger entre su dignidad como trabajador o su necesidad de sobrevivir aceptando salarios vergonzosos. Una sociedad que no acepta a aquellos de fuera que vienen a buscar trabajo, provocando que la oferta aumente y que los salarios bajen. A aquellos pobres que vienen a quitarles el trabajo y las ayudas a los autóctonos, que van sucios, que están enfermos. El único que los acepta es el propietario / empresario que se frota las manos ante todas estas perspectivas de mano de obra barata. Pero después de frotarse las manos se intranquiliza porque también tiene miedo. Miedo de que ese conjunto de hombres que se saben explotados se junten, se pongan de acuerdo y puedan luchar.
“Y el hecho que siempre acompaña: cuando hay una mayoría de gente que tiene hambre y frío, tomará por la fuerza lo que necesita. Y el pequeño hecho evidente que se repite a lo largo de la historia: el único resultado de la represión es el fortalecimiento y la unión de los reprimidos.”
Un libro muy, pero que muy recomendable, con grandes reflexiones sobre los valores humanos y con análisis socioeconómicos muy interesantes.
Una buena manera de poner cara a los protagonistas de este libro es admirar algunas de las fotografías que realizó Dorothea Lange, fotógrafa que trabajaba para la Administración Federal fotografiando los efectos de la Gran Depresión. En 1936, en uno de los campamentos en los que se juntaban trabajadores agrícolas en espera de trabajo, tomó la la fotografía que dio la vuelta al mundo, Migrant Mother.
El relato de la autora con respecto a cómo fue tomada la fotografía es el siguiente:
Vi y me acerqué a la famélica y desesperada madre como atraída por un imán. No recuerdo cómo expliqué mi presencia o mi cámara a ella, pero recuerdo que ella no me hizo preguntas. No le pedí su nombre o su historia. Ella me dijo su edad, que tenía 32 años. Me dijo que habían vivido de vegetales fríos de los alrededores y pájaros que los niños mataban. Acababa de vender las llantas de su coche para comprar alimentos. Ahí estaba sentada reposando en la tienda con sus niños abrazados a ella y parecía saber que mi fotografía podría ayudarla y entonces me ayudó. Había una cierta equidad en esto.
Espeluznante, verdad? Para finalizar también le podremos música a este triste episodio de la historia. The ghost of Tom Joad , de Bruce Springsteen. La verdad es que no soy muy fan de este buen hombre pero esta canción en concreto sí que me gusta. Las imágenes del video valen la pena (aparecen más fotos de Dorothea Lange, entre otras de igual envergadura)
Muchas graciasa todos los que me animaron a leerlo, la verdad es que un gran libro sobre los valores humanos. Un tesoro.
Suite francesa es el segundo libro de la escritora Irène Némirovsky, pero después del buen sabor de boca que me dejó El Baile tenía claro que había de repetir.
La verdad es que a parte del estilo sencillo y elegante, de la capacidad de analizar los personajes y de dotarlos de una gran consistencia y coherencia, las dos novelas poco tienen en común. Ambas comparten personajes adinerados, ricos, egoístas e incluso banales, pero a parte de estos detalles son novelas bastante diferentes.
Suite francesa transcurre entre los años 1939 y 1942. La novela está estructurada en dos partes. La primera, Tempestad en Junio, narra cómo diferentes personajes pertenecientes a estratos sociales muy alejados unos de otros, viven la huida de Paris días antes de la invasión alemana. La verdad es que pese a haber leído bastantes libros sobre la segunda guerra mundial, es la primera vez que me encuentro con un relato sobre el éxodo forzado al que se vieron sometidas muchísimas familias durante la guerra. Parece un episodio que no existe, que se da por supuesto, que se sobreentiende, pero aquí está explicado con todo lujo de detalles lo que conlleva una huida de estas características: los preparativos, las maletas, lo que me llevo, lo que dejo, a quién dejo, … Cada personaje con su historia, con su vida y sus prioridades. La capacidad de adaptación (mayor cuanto más bajo es el estrato social al que se pertenece) es primordial para sobrevivir, junto con los privilegios que se puedan obtener, la astucia y sobre todo la suerte.
La segunda parte, Dolce, toca otro tema poco explotado literariamente: la convivencia entre los soldados alemanes y el pueblo derrotado. Soldados alemanes que mientras esperan un nuevo destino viven entre y con franceses, en sus casas, compartiendo estancias, comidas y recuerdos. Es una convivencia tranquila, lo que dificulta a ciertos personajes no acabar teniendo estima hacia algunos de esos alemanes que les explican que encuentran a faltar a su mujer, o que tienen una hija pequeña a la que hace meses que no ven.
Un libro con una prosa exquisita, sencilla y cuidada, con mucho peso en todos los personajes y además una curioso documento sobre cómo se vivieron los primeros años de la guerra en ciertas ciudades francesas. En todo momento se muestra una Francia apática, vencida y resignada.
Cómo comenté en mi reseña de El Baile, Irène murió asesinada a los 39 años en el campo de concentración de Auschwith, dejando tras de sí dos hijas y una maleta llena de manuscritos entre los que se encontraba Suite francesa. Al cabo de los años su hija Denise decidió mecanografiar el manuscrito antes de confiar la obra de su madre al conservador del IMEC (Institut Mémoire de l'Édition Contemporaine). Con la ayuda de una lupa pudo descifrarlo, ya que estaba escrito en letra minúscula para economizar tinta y papel.
Un libro con el que he disfrutado mucho, además, pensar que la autora vivió todo esto en primera persona mientras lo escribía, le da mucha más fuerza y credibilidad al texto.
“En una aislado pueblo de pescadores en la costa noruega, la comunidad práctica, en el sentido más estricto, los principios religiosos que el pastor ha predicado durante años.
Cuando éste muere, sus dos hijas continúan adelante con su obra y su palabra.
En 1871, durante la guerra franco-prusiana, una joven francesa encuentra refugio en el austero hogar de las dos hermanas. Su llegada al pueblo representa la aparición del extraño en el paraíso. A pesar de que la joven convive durante 14 años con ellos, los fieles adeptos a la palabra de Dios la consideran un ente ajeno a la gracia divina. Un día Babette desea agradecer su hospitalidad ofreciéndoles un banquete en honor del difunto padre…” (Fragmento de la contraportada)
El festín de Babette es una preciosa historia para leer con calma y saborearla (es muy cortita). Una prosa bella y tranquila junto con unas ilustraciones en blanco y negro de Noemí Villamuza perfectas para el libro. Una fábula que invita a reflexionar sobre la felicidad que pueden aportar las cosas más sencillas, la represión de las emociones, la peligrosidad del placer, ...
Isak Dinesen, seudónimo literario de la autora, es conocida mayoritariamente por su novela Memorias de África (1937), obra con trazos autobiográficos de sus vivencias en África y llevada al cine con muchísimo éxito. El festín de Babette también fue llevada al cine y en 1988 ganó el Óscar a la mejor película extranjera (es de producción danesa).
Finalmente completé mi particular trilogía formada por Drácula, de Bram Stoker, Frankenstein de Mary Shelley y El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, del autor de la mítica Isla del Tesoro, Robert Louis Stevenson.
Supongo que a estas alturas no hay nadie que no conozca el argumento de esta novela. Por un lado nos encontramos con el respetable Dr. Jekyll , admirado por sus colegas y con una brillante reputación. Por otro lado está el malvado Mr. Hyde, que aparece entre las tinieblas y la oscuridad capaz de efectuar los ataques más despiadados contra cualquiera que se cruce en su camino. En medio de tan opuestos personajes se encuentra el abogado del Dr. Jekyll, Mr. Utterson, quien empieza a sospechar de la extraña relación que une a ambos personajes.
Es una novela sombría, ambientada en un Londres húmedo, con densa niebla, callejones oscuros y miedo. Con personajes acaudalados, cultos y muy amigos de sus amigos. Es curioso el hecho de que no aparece ningún personaje femenino relevante, parece que esto contribuye a ese tono gris de la novela. Si entrase en escena algún personaje femenino rompería esa armonía de colores tétricos y oscuros (al menos en mi mente).
La verdad es que el hecho de saber la historia le quita un poco de magia, y es una pena, ya que como novela de suspense es de las mejores que he leído en cuanto a original y descabellada. Pero además de ser un relato genial de intriga, contiene el gran tema de la dualidad, de la coexistencia entre nosotros y nuestro alter ego, esa sombra que se encarga de ejecutar los deseos más ocultos de nuestro propio ser, los prohibidos, censurados.
La edición que he leído me ha permitido descubrir muchísimas cosas interesantes con respecto a esta gran obra y su autor. Por ejemplo, que fue una obra cuyas claves principales partieron de una pesadilla que tuvo Stevenson, y que hizo que se pasara los tres días siguientes escribiendo y dando forma a la historia. Su mujer la leyó y consideró que la obra había de ser más alegórica, así que Stevenson decidió quemarla y reescribirla de nuevo, tardando tres días más. El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, fue concebido, escrito, re-escrito e impreso en diez semanas, impresionante, ¿no?
También dicen que, en realidad , Stevenson disfrutó en su juventud de los placeres de la vida nocturna, aunque no se le suponen grandes excesos, y apoyándose en esto, existe la teoría de que su mujer vio en aquella primera versión demasiados tintes autobiográficos en las acciones de Hyde que posiblemente dañarían la reputación de Stevenson como escritor para jóvenes (ya se había publicado La Isla del Tesoro por aquel entonces).
No sé si realmente todos tenemos en nuestro interior ese ser tan reprimido y tan maligno que nos hace ver el autor. Stevenson lo exagera al máximo, pero quizás sí que todos tenemos ese lado oscuro, un poco más light, del cual cuando somos conscientes de su existencia nos avergonzamos pero que de igual manera, de vez en cuando, necesitamos dejar en libertad. Como Jekyll...
Ya está. Lo acabé. El viernes 1 de abril terminé los dos primeros libros de 1Q84, con mucha pena y deseando tener YA la tercera parte.
La historia es difícil de explicar y no me gustaría desvelar nada importante que pueda marchitarle la lectura a nadie, es mejor irlo descubriendo por uno mismo así que transcribo lo que pone en la contraportada del libro:
En japonés, la letra q y el número 9 son homófonos, los dos se pronuncian kyu, de manera que 1Q84 es, sin serlo, 1984, una fecha de ecos orwellianos. Esa variación en la grafía refleja la sutil alteración del mundo en que habitan los personajes de esta novela, que es, también sin serlo, el Japón de 1984. En ese mundo en apariencia normal y reconocible se mueven Aomame, una mujer independiente, instructora en un gimnasio, y Tengo, un profesor de matemáticas. Ambos rondan los treinta años, ambos llevan vidas solitarias y ambos perciben a su modo leves desajustes en su entorno, que los conducirán de manera inexorable a un destino común. Y ambos son más de lo que parecen: la bella Aomame es una asesina; el anodino Tengo, un aspirante a novelista al que su editor ha encargado un trabajo relacionado con La crisálida del aire, una enigmática obra dictada por una esquiva adolescente. Y, como telón de fondo de la historia, el universo de las sectas religiosas, el maltrato y la corrupción, un universo enrarecido que el narrador escarba con precisión orwelliana.
Empecé a leer muy reticente. Por una parte, tenía muchas ganas de que me gustara, por otro lado, había leído en bastantes críticas que el traductor de esta novela no era el habitual en los libros de Murakami (cierto) y que este cambio se notaba en la redacción del libro. De manera que, durante los primeros capítulos, estaba en estado de alerta, como esperando el gran error, el gran desastre, la decepción. Aunque yo no soy una estudiosa de la prosa de Murakami como para detectar un cambio de traductor, por lo que había leído, parecía que hasta un niño podía detectarlo, así que… en eso estaba. Hasta que la lectura me invadió de tal manera que me olvidé del traductor, de todo lo malo que había leído y me dejé llevar. Porque es un libro para dejarse llevar, y disfrutar de los personajes de Aomame y Tengo, de la soledad, de la ciudad de los gatos y de la luna.
Es un libro que, yo al menos, no pude parar de leer por dos motivos: el primero es que la desbordada imaginación que muestra el autor te obliga a ver hasta dónde es capaz de llegar él y hasta dónde eres capaz de aguantar tú, es decir, tanta imaginación hay que digerirla y hay veces que uno no es capaz de asimilar tanta fantasía si no está muy bien estructurada. Es como un duelo entre la imaginación del autor y la capacidad de asimilar y racionalizar por parte del lector. El segundo punto es que la trama tiene “misterio”, lo que hace que siempre necesites saber más y tengas ganas de llegar al final, al desenlace.
Aunque la imaginación que demuestra tener el autor es increíble, me ha parecido menos surrealista que Kafka en la orilla, lo cual no quiere decir que sea peor, si no que sencillamente parece que esta novela afloja un poco en grados de surrealismo, pero bueno, no olvido que falta el tercer volumen en el que estará el desenlace final y entonces puede ser que me retracte de esta afirmación.
Es un buen libro, me ha gustado mucho, me ha hecho pasar muy buenos ratos. Me ha absorbido de tal manera que me parecía que yo también formaba parte de la vida de los personajes, que los vigilaba muy de cerca, que estábamos todos juntos. Realmente Murakami tiene un don para transportarte a los escenarios mas inverosímiles sin que te des cuenta hasta que ya estás dentro, atrapado. Y estaba tan atrapada que acabé mirando la luna, por si acaso…
Fui a ver a una amiga y salí de su casa con Maus debajo del brazo. Se extrañó de que no lo conociera, “Buenísimo, lo regalo siempre que puedo” me dijo. Miré la portada y ví que había sido Premio Pulitzer en 1992 y cuando llegué a casa busqué un poco más de información sobre el libro (un Pulitzer no se lo dan a a cualquiera…) Encontré una página monográfica sobre Maus y su autor, http://www.guiadelcomic.com/comics/maus.htm, que leí fervorosamente. Cómo podéis imaginar la página se deshacía en elogios sobre el cómic, lo encumbraba como OBRA MAESTRA, en mayúsculas, así que, las expectativas que tenía del cómic en cuestión eran muuuuy altas.
Pues las expectativas se han cumplido, en mi humilde opinión es realmente una OBRA MAESTRA. La verdad es que poco puedo decir que no esté ya escrito en el link antes enunciado, pero lo intentaré.
Maus es un cómic y cuenta la historia de Vladek, un superviviente del holocausto cuya vida se encarga de dibujar y redactar su propio hijo Art. Consta de dos partes, ”Mi padre sangra historia” que transcurre entre 1935-1944 y “Y allí empezaron mis problemas” que abarca desde la llegada de Vladek a Auschwitz hasta el final de la guerra. De manera curiosa los personajes dibujados tienen cuerpos humanos y rostros animales. Los judíos son ratas, los polacos son cerdos y los nazis son gatos, pero este detalle, lejos de incordiar en la lectura, creo que ayuda a modular la intensidad de la historia.
El cómic empieza con una visita de Art a su padre en la que le plantea que quiere escribir un libro sobre su vida en Polonia y durante la guerra. A partir de aquí, el libro navega entre presente y pasado, los encuentros entre Art y su padre para recopilar información y los relatos de Vladek sobre su vida y cómo logró sobrevivir a la barbarie.
Ni que decir tiene que las vivencias de Vladek son duras, aunque narradas sin artificios, con una manera muy directa y detalles los justos, que logran una credibilidad total en las escenas. Por ejemplo, los primeros alimentos que toma Vladek una vez ha salido de Auschwitz consisten en pollo y leche de una granja a la que llega caminando con su traje de rayas.
“La leche y los pollos habían sido demasiado para nuestros estómagos. Teníamos una diarrea grave. Estuvimos mal unos días…”
Pues a esos detalles me refiero. Ni se obvia ni se supone nada, y entonces cualquier escena adquiere dimensiones reales.
Pero aunque parece que en el libro todo gira en torno a Vladek y su vida, no es así. Cuando se retorna al presente, en esas visitas “interesadas” se detecta la tensa relación entre Art y su padre, el posible sentimiento de culpabilidad de Art por haber nacido después de la guerra, los celos que parece que siente hacia Richie, su hermano, al que no llegó a conocer ya que no sobrevivió al holocausto y que es nombrado constantemente. Pero además, Anja, primera mujer de Vladek y madre de Art, se suicida después de la guerra, hecho que parece que ninguno de los protagonistas haya superado y que añade más distancia entre ellos.
Parece mentira que todo esto pueda desprenderse de un cómic, con diálogos cortos y directos, pero así es y aquí es dónde radica el mérito. El equilibrio entre los dibujos, los textos y la temática es para mí, perfecto. Realmente, tal y como dice la crítica de Umberto Eco sobre este libro, es “hipnótico”, te arrastra y vas leyendo, y leyendo, …Vives el amor de Vladek hacia Anja, sufres el hambre, la angustia, el carácter insoportable de Vladek (porque a veces es odioso), la desubicación de Art y su lucha interna.
En conclusión, me ha parecido un libro imprescindible, una obra de arte que además trata de un tema tan arriesgado y delicado de una manera impecable. Una etapa en la historia mundial que no debemos olvidar nunca.
Descubrí a Lionel Shriver a través de la novela El mundo después del cumpleaños. Un libro que me enganchó y que me leí bastante rápido. Lo que más me gustó fue como describía las emociones, sentimientos y pensamientos de los protagonistas. Es muy intensa y tiene un sentido del humor bastante irónico.
Así que pensé que probaría con el libro que comentaban en la contraportada, Tenemos que hablar de Kevin. Libro considerado polémico, que habían rechazado 30 editoriales aunque finalmente había ganado Orange Prize en 2005.
La protagonista del libro es Eva, una editora de guías de viajes bien situada social y económicamente y que goza de gran una libertad e independencia. Eva está felizmente casada con Franklin y forman un matrimonio estable hasta que ella accede a tener un hijo. Un hijo que realmente ella no quiere tener, pero que acaba teniendo. (Primer tema que plantea la autora, ¿eres una persona egoísta por no querer tener hijos? ¿está aceptado socialmente no tener hijos cundo tienes la edad adecuada y los medios?)
Kevin resultará ser un bebé terrible, absorbente, insaciable y capaz de hacer perder los nervios y la autoestima a cualquiera. El mundo de Eva se trastoca, convirtiendo la experiencia de la maternidad en una lucha continua por la supervivencia emocional.
Dos días antes de cumplir los 16 años Kevin efectúa una matanza en su instituto asesinando a 7 compañeros.
El libro lo forman las cartas que Eva escribe a Franklin después de la tragedia. En estas carta, Eva relata cómo ha vivido y vive la maternidad, los sentimientos ambivalentes hacia Kevin, la culpabilidad que le generan estos mismos sentimientos, la hipocresía de la sociedad en la que todo el mundo la culpa por cómo es su hijo y la lucha interna por intentar entender a un ser que lleva sus genes.
Un libro duro, cruel y que ataca los convencionalismos de una manera salvaje. Destroza la idea de la maternidad como algo indispensable en la vida de una mujer, cuestiona el amor incondicional de los padres hacia sus hijos, nos hace plantear si la maldad en su estado más puro existe o somos nosotros con nuestras actitudes los que acabamos provocándola.
Quizá la parte más poco elaborada es la figura del padre, Franklin. Hay momentos en los que piensas que debe ser tonto, porque es imposible que no sea capaz de ver más allá. Quizás está hecho expresamente para que los personajes de Eva y Kevin tengan más peso, pero para mi gusto, acaba haciendo que el personaje sea poco creíble.
En resumen, un libro bien escrito y con un fondo brutal, de esos que una vez leído, no sabes que decir, han de pasar unos días para asimilarlo, digerirlo y poder expresar alguna opinión al respecto.
Por cierto, una dato curioso, la autora no tiene hijos….
La primera reseña que publico es sobre el libro que me ha impactado más de los que he leído a lo largo de mi vida. Este libro, escrito por Eduardo Galeano, fue un regalo en mi 23 cumpleaños (hace 12 años....buff) y la verdad, de los mejores regalos que he recibido.
Es un libro que consta de pequeños relatos, algunos incluso no sobrepasan las 6 líneas, pero tienen un calado increíble. Hay que tener un don para ser capaz de escribir algo que te llegue al corazón en tal sólo 6 líneas.
Los relatos son variados, ambientados en los diferentes paises en los que vivió exiliado Eduardo Galeano y en aquellos en los que estuvo de paso. Algunos hablan de la guerra, de la dictadura uruguaya, del amor. Todos ellos cargados de una fuerza y una profundidad combinadas con una gran sencillez. Y ahí es dónde está la gracia.
Es un libro que después de 12 años releeo muchas veces, y es curioso como a medida que pasa el tiempo, que vivimos diferentes experiencias (por ejemplo, ser madre) el peso y el efecto de ciertos relatos varía. Algunos que, en principio, con 23 años no te "movían" nada, ahora cobran un significado diferente, los entiendes, te empatizas con ellos.
En fin, un libro para toda la vida, escrito con mucha sencillez pero con mucha profundidad, como ya he dicho antes, y que invita a reflexionar.
Os voy a transcribir una de mis historias favoritas (a los 23 y a los 35) para que os hagáis una idea de lo que intento expresar. Que lo disfrutéis:
La frontera del arte
"Fue la batalla más larga de cuantas se pelearon en Tuscatlán o en cualquier otra región de El Salvador. Empezó a medianoche, cuando las primeras granadas cayeron desde la loma, y duró toda la noche y hasta la tarde del día siguiente. Los militares decían que Cinquera era inexpugnable. Cuatro veces la habían asaltado los guerrilleros, y cuatro veces habían fracasado. La quinta vez, cuando se alzó la bandera blanca en el mástil de la comandancia, los tiros al aire empezaron los festejos. Julio Ama, que peleaba y fotografiaba la guerra, andaba caminando por las calles. Llevaba su fusil en la mano y la cámara, también cargada y lista para disparar, colgada del cuello. Andaba Julio por las calles polvorientas en busca de los hermanos gemelos. Esos gemelos eran los únicos sobrevivientes de una aldea exterminada por el ejército. Tenían dieciséis años. Les gustaba combatir junto a Julio; y en las entreguerras, él les enseñaba a leer y fotografiar. En el torbellino de esta batalla, Julio había perdido a los gemelos, y ahora no los veía entre los vivos ni entre los muertos. Caminó a través del parque. En la esquina de la iglesia, se metió en un callejón. Y entonces, por fin, los encontró. Uno de los gemelos estaba sentado en el suelo, de espaldas contra un muro. Sobre sus rodillas, yacía el otro, bañado en sangre; y a los pies, en cruz, estaban los dos fusiles. Julio se acercó, quizá dijo algo. El gemelo que vivía no dijo nada, ni se movió: estaba allí, pero no estaba. Sus ojos, que no pestañeaban, miraban sin ver, perdidos en alguna parte, en ninguna parte; y en esa cara sin lágrimas estaba toda la guerra y todo el dolor. Julio dejó su fusil en el suelo y empuñó la cámara. Corrió la película, calculó en un santiamén la luz y la distancia y puso en foco la imagen. Los hermanos estaban en el centro del visor, inmóviles, perfectamente recortados contra el muro recién mordido por las balas. Julio iba a tomar la foto de su vida, pero el dedo no quiso. Julio lo intentó, volvió a intentarlo, y el dedo no quiso. Entonces bajó la cámara, sin apretar el disparador, y se retiró en silencio. La cámara, una Minolta, murió en otra batalla, ahogada en lluvia, un año después"