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10 de abril de 2011

El curioso origen de Santa Claus



El libro ESPEJOS de Eduardo Galeano, está formado por diferentes relatos, muy cortitos, a través de los cuales se nos van narrando peculiaridades de la historia. Tal y como se puede leer en la portada, el libro es "una historia casi universal".


Os dejo un relato curioso aunque, en realidad, todos lo son:


FUNDACIÓN DE SANTA CLAUS

En su primera imagen, publicada en 1863 en la revista "Harper's", de Nueva York, Santa Claus era un gnomo gordito entrando en una chimenea. Nació de la mano del dibujante Thomas Nast, vagamente inspirado en las leyendas de san Nicolás.
En la Navidad de 1930, Santa Claus fue contratado por la Coca-Cola. Hasta entonces, no usaba uniforme, y por lo general prefería ropas azules o verdes. El dibujante Habdon Sundblom lo vistió con los colores de la empresa, rojo vivo con ribetes blancos, y le dio los rasgos que todos conocemos. El amigo de los niños lleva barba blanca, ríe sin parar, viaja en trineo y es tan rechoncho que no se sabe como se las arregla para entrar por las chimeneas del mundo, cargado de regalos y con una Coca-Cola en cada mano.
 Tampoco se sabe que tiene que ver con Jesús.

Espejos
Eduardo Galeano

12 de marzo de 2011

VIAJE AL PASADO y CARTA DE UNA DESCONOCIDA, de Stefan Zweig



Hace un mes aproximadamente me leí Cartas de una desconocida. No era el primer libro de Stefan Zweig que leía pero cómo sus obras son bastante intensas prefiero dejar pasar tiempo entre una y otra para poder saborearlas.

Zweig tiene una biografía un tanto curiosa, si más no su muerte. Nació en 1881 en el seno de una familia hebrea acomodada en Viena, estudió filosofía y viajó muchísimo (Francia, Italia, España, India, Egipto, Suiza, ...). Se declaró antibelicista y por ello tuvo que exiliarse a Zúrich durante la Primera Guerra Mundial. Le interesaba mucho el psicoanálisis, de hecho era un defensor acérrimo de las teorías de Freud.
Se casó por primera vez con la escritora Friederike Maria von Wintemitz, quién por él abandonó a su marido. Se divorciaron en 1938 y un año más tarde se casó con su joven secretaria Lotta, con la que se suicidó en 1940 en Brasil, su lugar de residencia en esos momentos. La soledad, la idea de que la guerra no acabaría y la imposibilidad que veía en acabar su mayor obra, fueron las causas que esgrimió en la carta a su ex mujer en la que le explicaba el porqué de su decisión de suicidarse (y con la que mantenía una buena relación de amistad).

Viaje al pasado fue mi primera lectura de este autor. Es un relato muy corto que narra el reencuentro de una pareja al cabo de muchísimos años. Ambos se habían amado mucho pero no habían materializado su amor y ambos se piensan que aún se aman de la misma manera. Pero al encontrarse, después de tantos años separados por culpa de la guerra, se quedan inmovilizados, congelados, sin ser capaces de reanudar aquella maravillosa historia de amor. Un amor imposible e idealizado por el paso del tiempo y que no tiene lugar en la realidad del “hoy”. 
No es un libro con mucho diálogo, pero es increíble como Zweig
describe las expresiones, las miradas, los ambientes. Parece que estés con ellos, mirándolos mientras hablas, mientras se miran, tú estás allí, a su lado y sintiendo lo mismo que viven los protagonistas. Es como estar en el escenario de un teatro, entre los actores, pero sin que nadie se de cuenta de que está allí, observando.

Y cómo he dicho antes, hace un mes aproximadamente me leí Cartas de una desconocida,  uno de los libros mejor considerados de Stefan Zweig. En este caso, la temática del libro es la siguiente: una mujer que acaba de perder a su hijo y que afronta sus últimas horas, escribe una carta anónima a un escritor del que ha estado enamorada toda su vida, sin habérselo dicho jamás. Este amor apasionado y obsesivo ha sido el motor de su vida, desde la adolescencia hasta su muerte.

Cómo libro quizá no ha sido tan brillante como me esperaba, que no quiere decir que no me haya gustado ni que no lo considere bueno, pero la obsesión de la protagonista es tan exagerada que, aunque quizás fuera lo que el autor pretendía en su momento, yo hubiera preferido algo un poco más creíble, menos enfermizo. Es imposible identificarse con la protagonista, en pocos momentos he logrado empatizar con ella, me ha generado una pena relativa, y esto era algo con lo que no contaba. Y quizás ha sido por eso que Viaje al pasado me dejó mejor sabor de boca.

Pese a esto, sin ninguna duda, creo que es un buen libro. Tiene una prosa espectacular, el autor se expresa de una manera tan sencilla en la que dice tantas cosas y tan profundas que no puedes parar de leer. Es mágico, y consigue que un mes más tarde, aún piense en la protagonista, en como enfocó su vida y en cómo fue capaz de vivir así. ¿Es esto realmente amor? ¿o es sencillamente obsesión?  

La siguiente obra que me leeré de Stefan Zweig será Veinticuatro horas en la vida de una mujer, pero dentro de un tiempo…