Fotos realizadas por mí en la Marató de Barcelona 2011 |
Cómo ya he dicho en algún post anterior, mi marido-pareja-padre de mis hijos pertenece a ese grupo de especímenes que tan bien describe Marciano Durán en Esos locos que corren.
Y cómo mujer-pareja-madre de los hijos de un loco que corre me gusta ir a verlo a las maratones, medias maratones, carreras de montaña, y o que se tercie siempre que puedo. Y que mejor ocasión que la Marató de Barcelona que se realizó el pasado domingo, cerquita de casa y con mucho ambiente.
Por tanto, mi crónica es desde el otro lado, del lado del que no corre, del "acompañante".
Normalmente se suele madrugar porque se tiene que estar pronto, pero además, la Marató de Barcelona empieza muy pronto, a las 8:30. Así que cuando vas un domingo a las 7:15 de la mañana por Barcelona, más en concreto cerca de la Plaça Espanya, lo único que camina por las aceras suelen ser seres vestidos con mallas y bambas.
En cuanto entras en el edificio habilitado como vestidor y guardarropa, notas el olor a réflex, a sudor (porque algunos antes de correr ya "cantan"). Los corredores se preparan, estiran, se ponen tiritas, vaselina, se colocan el dorsal, se hacen las últimas bromas, ¿en que cajón vas a salir tú? ¿que número tienes en el dorsal? yo saldré con el globo de 3h15, luego ya veremos, ¡no corras en los primeros kilómetros que luego lo pagarás! ¿manga corta o tirantes? Y yo miro, escucho y aguanto chaquetas, mochilas, hago fotos y poco más.
Queda poco, todos hacia la salida. Últimos estiramientos y se pierden entre la marabunta. Yo me voy a buscar un buen sitio para hacer unas fotos de la salida, será difícil localizar a alguien considerando que hay del orden de 15000 inscritos. Encuentro un hueco e intento reconocer a alguien. Con tanta gente parece misión imposible pero se puede hacer. El cerebro humano está capaz de discriminar las imágenes que envían los nervios ópticos de aquellos corredores que no son los que buscas. Y además, mi cerebro, está entrenado.
Una vez detectado el objetivo y como queda un rato hasta que den la salida me dedico a observar mi entorno. Acaba de pasar una señora que podría ser mi madre pero lleva un dorsal y mallas, alucino, le miro las piernas y alucino más porque no parece que sea su primera carrera. De hecho, los kilómetros que habrá corrido a lo largo de su vida esta buena mujer seguro que son superiores a los míos efectuados en coche.
Y por fin, ¡¡empieza la carrera!! Primero sale la élite, y luego el pueblo llano. Foto, foto, foto y corriendo a buscar un bar para tomarme un donut y un café antes de ir corriendo al siguiente punto en el que pienso que puedo tomar otras fotillos.
Encuentro un bar bastante vacío (imaginaros como era para estar vacío con la de gente que corría por allí) pero como no tengo muchas manías me tomo mi donut y mi cortado, con leche natural, por supuesto, y me voy corriendo al puesto de avituallamiento que hay en el kilómetro 10. A medida que me acerco, intento salvar mi vida esquivando los botellines de agua o Powerade medio llenos que los corredores tiran fuera de la carretera para no tropezar. Los lanzan al aire y forman bonitos arcos en el cielo que evidentemente dejan de ser arcos para caer en tu cabeza, o bien en el suelo, al lado de tus pies con el consiguiente estallido de la botella.
Después de sortear los obstáculos y verme en un sitio un poco más segura me dispongo a mirar a ver si veo a mi marido. Me he quedado 1 hora y no lo he visto. Hay dos opciones, que le haya pasado algo o bien que sencillamente mi cerebro no está tan entrenado como pensaba y no le haya reconocido. Prefiero optar por la segunda opción y me voy corriendo a otro punto a ver si lo engancho.
Ahora cojo el metro, arriba, abajo, lleno de cochecitos con niños, empujones, mochilas que se clavan en la espalda, franceses, italianos, ... y todos parece que tienen muy claro dónde van. Yo no debo tener pinta de autóctona, sino más bien de guiri que no sabe ni lo que es el metro porque se me acerca una suiza (lleva una banderita en la mano) mientras miro un mapa y me pregunta: Can I help you? Evidentemente me quedo alucinada y le contesto No, thanks, pero más roja que un tomate.
Ya estoy en el kilómetro 25, las caras de los corredores ya son otras. Se ven muecas de dolor, hay algún corredor que ha de parar a estirar, le tiemblan las piernas, debe tener los gemelos en la oreja. Otros tienen la cara desencajada, en cambio otros van como si nada (pocos, eh??) , hablando con un colega, comentando cosas, ...
Leo los dorsales, Filippo, Lionel, Gioseppo, Jordi, ...Jordi!! otro autóctono en esta vorágine de corredores!! Vinga Jordi!!! Pero Jordi no me oye porque va escuchando ves a saber qué con sus auriculares...
Los corredores más blancos de piel van cubiertos de crema solar (tipo factor 70), que mezclada con el sudor ofrece un espectáculo un poco lamentable.
Esta vez cumplo mi objetivo, hago unas cuantas fotos y vuelvo a coger el metro . Increíble que el ayuntamiento de la ciudad condal no haya previsto aumentar la frecuencia de los trenes, vamos, que van los vagones a reventar, y pasan cada 5 minutos, y empiezo a estar nerviosa porque estoy apurando mucho y si no llego rápido tampoco veré la llegada....
Subo corriendo las escaleras del metro, oigo coches (¿?), oigo voces , están detrás! Cruzo el semáforo y ya los veo, ahora el espectáculo ya es de puro sufrimiento. Todos sufren. Estamos en el kilómetro 38 aproximadamente. Los grupos de corredores van más espaciados, la mayoría ya no corre de manera tan ágil, están muy sudados, cansados, congestionados, concentrados,...y aún les quedan 4 km...
Y atención, de repente una viejecita suicida anti-maratón intenta cruzar la calle por la que corren (que debe hacer un metro y medio de ancho) con el agravante de que va arrastrando un carro de la compra. Nuestra kamikaze cruza y casi se la come un corredor italiano que empieza a desahogarse a gusto mientras sigue corriendo. La viejecita, entonces, completamente indignada, empieza a decir que la culpa es del corredor. Je, je , que graciosa la mujer.
Tengo suerte, foto, foto y corriendo hacia el metro otra vez. Ahora rumbo a la meta. Pero gracias a la maravillosa frecuencia de paso de los trenes no llego a tiempo. Busco a mi marido que está sano y salvo (más salvo que sano) y que ha mejorado mucho su marca. Está contento y feliz y yo también. Vemos otras llegadas. La verdad es que todas las llegadas son emocionantes. Algunos corredores levantan los brazos justo debajo del arco de meta, , otros saltan, algunos entran con niños en brazos... luego todos paran su "reloj". Y paran de correr, se abrazan, se besan algunos, pero todos sonríen, están contentos. Y se te queda un nudo en la garganta cuando ves ésto, y entonces es cuando puedes imaginar que la emoción de acabar una maratón, de mejorar una marca, debe ser mucho mejor que la que tu acabas de sentir al verlos. Y entonces te gustaría haber corrido con ellos.
Moltes felicitats a tots aquells que vau participar a la Marató de Barcelona!!
Foto realizada por mí marido en la Marató de Barcelona 2011 |
quina crónica més maca! Felicitats! als dos, a tu per aguantar estoicament totes les empentes, suors, nervis... a ell per superar-se a si mateix, per completar la marató, per la felicitat experimentada.
ResponderEliminarJo tinc un cosí Jose Manuel Granadero que corre... busca'l a Google, fa gràcia... Mil petons.
eohhh però el teu cosí és una màquina!! té un temps de marató de 2h22'13''!quina gràcia, estos runners están locos!!
ResponderEliminarsi, es campió de Catalunya en varies modalitats... en fi, com tu dius estos runners estan locos relocos! i tu tens un a casa! je,je,je
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la crónica desde el otro lado, muy completa e interesante. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias Goizeder, me hace mucho ilusión que te haya gustado. Un abrazo!
ResponderEliminarM'agrada. No se que deu de ser més cansat: córrer o córrer darrera de qui corre.
ResponderEliminarhola guapi, molt xula la crònica.
ResponderEliminarEm sento representat en les dues vertents, la del corredor i la de l'acompanyant, i jo crec que es pateix més com a acompanyant :-) perquè a més de l'angustia de cercar a algú entre una munió de gent vestida de mil colors s'afegeix la angustia que pateixes quan veus a la gent defallir de cansanci. És una sensació que es capta molt facilment i segurament per simpatia es transmet desde el corredor al gaudidor (aquesta paraula existeix?)
bé, suposo que ha saps el que vull dir.
ja he vist les fotos, molt xules.
petonarros guapa
XavierP
Hola Pavo de martes! sense cap dubte pateix molt més el que corre 42 km. Un petonàs!
ResponderEliminarHola Xavi, primer de tot, moltes gràcies pel teu comentari. La veritat és que l'angoixa no te la treus fins que no acaba la carrera, però continuu pensant que molt pitjor ho pasen els que corren, correu, vaja. Mentalment és molt més dur. Una abraçada forta!!
ResponderEliminarGràcies, senzillament gràcies. Per animar a la marató i en tantes i tantes curses. Gràcies a tu, i a les moltes dones, parelles, marits, fills i filles que segueixen els seus corredors arreu on corren. M'ha emocionat el relat, igual que l'arribada el passat diumenge en acabar la marató. Va per vosaltres.
ResponderEliminarhttp://collseroles.blogspot.com/
Moltes gràcies i moltes felicitats Jaume! espero seguir veient aquestes curses tant espectaculars amb un ambient tant sa!
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