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7 de septiembre de 2011

Frankenstein o el Moderno Prometeo, de Mary Shelley.


La verdad es que parece mentira que a mi edad y con lo que me gusta leer no hubiera sucumbido a obras tan famosas como Drácula de Bram Stoker (1897), Frankenstein de Mary Shelley (1818) o El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde de Robert Louis Stevenson (1886).

Finalmente, esta primavera me leí Drácula y antes de verano Frankenstein, por tanto, de mi particular trilogía me queda pendiente El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde que espero encontrar pronto en la biblioteca.

Me han encantado ambos, he disfrutado muchísimo aunque son bastante diferentes. Supongo que jugaba a mi favor el no saber más que lo justo de ambas historias,
Prueba de mi casi total ignorancia es la sorpresa cuando descubro que Frankenstein no es el mostruo, sino su creador!! Un tremendo shock. Toda la vida diciendo: “de qué vas disfrazado, ¿de Frankenstein?” o “Tienes el flequillo como Frankenstein”. Error.

La segunda sorpresa fue acabar el libro y descubrir que el mítico y único trozo de la película conocido por mí (y que os dejo enlace) en el qué el monstruo (je, je, que no Frankenstein) se relaciona con una niña que le enseña a tirar flores en un estanque, y que, obviamente, acaba siguiendo el mismo camino que las flores, no existía.



En el libro se narra lo siguiente:

“…una niña llegó corriendo cerca del lugar donde yo me escondía, riendo como si jugara a escapar de alguien. La pequeña pasaba por la tumultuosa orilla del río cuando, de repente, resbaló y cayó en sus aguas bravas. La chiquilla había perdido el conocimiento. Estaba intentando que recobrara el sentido cuando, de súbito, apareció el campesino que debía haber estado jugando con ella. Al verme, el hombre se abalanzó sobre mí, me arrebató la niña de los brazos y salió huyendo hacia las profundidades del bosque”


La historia principal es la de Víctor Frankenstein, un joven obsesionado por lo que en su época se denominaba filosofía natural . Nuestro protagonista no para de investigar hasta que descubre como poder otorgar vida a objetos inanimados. A partir de este hito decide dedicar su vida plenamente a crear un ser. Y lo consigue. Crea al mostruo.

“Una espantosa noche de noviembre contemplé el resultado de mis arduos esfuerzos. Con una angustia que devino agonía, distribuí los instrumentos de la vida frente a mí para intentar infundir una chispa de ser al objeto inanimado que yacía a mis pies. Era ya la una de la noche. Una lluvia lúgubre golpeaba los cristales y la vela estaba  a punto de apagarse cuando, iluminado por el resplandor de la casi consumida luz, vi que el ojo amarillento y mortecino de la criatura se abría; respiró con dificultad y agitó sus miembros con un movimiento convulso.”

“¡Ay de mí! Ningún mortal podría soportar el horror de ese semblante. Ni siquiera una momia devuelta a la vida podría ser tan repugnante como ese desdichado.”

Tras la decepción por el resultado de su obra, Víctor huye aterrado por el monstruo que ha creado. De manera confusa, el monstruo abandona el apartamento de Víctor propiciando así un alivio pasajero para el protagonista, que empezará a sufrir fiebres nerviosas y complejos de culpabilidad que mermarán su salud y su felicidad. No voy a explicar nada más de la historia, el que la conozca no lo necesitará y el que no, disfrutará más de la lectura si decide leerla.

Leer este libro ha resultado un placer por varios motivos. Uno de ellos, al igual que me pasó con Drácula, es descubrir la elegancia de estos autores británicos y el comportamiento de la clase alta europea del siglo XIX, digo clase alta porqué ambos libros tienen como protagonistas personajes con muchísimo dinero, con vidas desahogadas que les permiten viajar, estudiar, … A su vez los diálogos son extremadamente educados y la prosa me ha resultado muy elegante. Quizá alguien la encontrará empalagosa pero a mí no me lo ha parecido. El valor que otorgan a la amistad es muy significativo, son amistades muy firmes y duraderas, de amor sincero. Muy curioso este punto también.

El segundo motivo lo forman los fantásticos diálogos entre el monstruo y Víctor. Qué bien argumentado ese derecho a la felicidad que exige el monstruo y que dudas despierta en su creador. Cómo se nos transmite ese dilema moral que le come las entrañas al protagonista, cómo se muestran de manera gradual los efectos de la marginación en un ser humano, la no integración y el aislamiento forzado.

“Mi maldad la origina mi desgracia. ¿No ves que la humanidad me ha marginado con su odio? Tú mismo, mi creador, me descuartizarías para conseguir la victoria. Piensa en ello y dime por qué debería yo compadecerme del hombre si él es incapaz de apiadarse de mí”

Realmente increíble poder escribir una novela de esta índole, con un trasfondo tan duro y de una manera tan bien estructurada. Sinceramente, a mí me ha parecido una obra genial. Un deleite leer algo así.