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29 de marzo de 2011

Se acerca Sant Jordi y EMAÚS es un posible candidato

Como he puesto en el título del post, se acerca Sant Jordi y empiezo a pensar en los libros que me gustaría que me regalaran... Sólo tendré uno, pero me gusta tener varias opciones, así , pese a todo, puede llegar a existir el factor sorpresa.

Y uno de los candidatos es Emaús, la nueva novela de Alessandro Baricco. La verdad es que lo que me atrae de la novela no es el tema, es el autor. Me gustó mucho Seda y Océano mar, y me apetece volver a leer algo suyo.
El título (Emaús) es el nombre de la aldea a la que se dirigían dos discípulos de Jesús decepcionados el tercer día después de su muerte. De repente, mientras conversaban el mismo Jesús se les acercó y caminó con ellos interpretando las Escrituras y conversando sin que los discípulos lo reconocieran. Cuando se dieron cuenta de quién era, ya era tarde, desapareció. Y así es como parece que es el comportamiento de los cuatro adolescentes protagonistas de la novela. Adolescentes profundamente católicos que se enamoran de Andre, una chica de clase alta e ideología liberal, que les muestra otro mundo en el que se cuestionan y dudan, y en el que parece que no ven hasta que es demasiado tarde.

La verdad es que este tema en otro autor no me habría llamado la atención, pero prefiero pensar que Alessandro Baricco le dará ese toque propio demostrando que la elegancia no es incompatible con la simplicidad y que simplicidad no es sinónimo de banalidad.

Aquí os dejo una entrevista reciente .

15 de marzo de 2011

Lectura en curso, 1Q84, de Haruki Murakami.

Como he vuelto a trabajar,  me he auto-regalado 1Q84 de Haruki Murakami, que por cierto, me ha costado un ojo de la cara.


La editorial Tusquets promociona el libro ofreciendo la posibilidad de leer los tres primeros capítulos (abreviados) del libro a través de http://www.tusquetseditores.com/especiales/capitulos/1Q84_adelanto_lectura.pdf .

A  mi me gusta este autor, aunque algunos libros más que otros, y la verdad es que después de "De qué hablo cuando hablo de correr" , en la que el autor explica bastantes cosas sobre él, me apetecía volver a leer alguna novela suya.  Así que me leí los tres primeros capítulos (abreviados) y semanas más tarde ya lo tengo en mis manos. No he tenido paciencia para esperar a que me lo regalaran el día de Sant Jordi  (Seguro que será de los más vendidos).
He leído muy buenas críticas pero también muy malas. La verdad es que lo he empezado con muchísimas ganas pero ya veremos ..... porque aunque prefiero pensar que me gustará, no veo descabellado que pueda ser un libro sencillamente pasable. Y en eso estamos.

De momento sólo puedo decir que los capítulos originales, en los que no se han suprimido párrafos, son muchísimo mejores que los que había leído hace unas semanas.

12 de marzo de 2011

VIAJE AL PASADO y CARTA DE UNA DESCONOCIDA, de Stefan Zweig



Hace un mes aproximadamente me leí Cartas de una desconocida. No era el primer libro de Stefan Zweig que leía pero cómo sus obras son bastante intensas prefiero dejar pasar tiempo entre una y otra para poder saborearlas.

Zweig tiene una biografía un tanto curiosa, si más no su muerte. Nació en 1881 en el seno de una familia hebrea acomodada en Viena, estudió filosofía y viajó muchísimo (Francia, Italia, España, India, Egipto, Suiza, ...). Se declaró antibelicista y por ello tuvo que exiliarse a Zúrich durante la Primera Guerra Mundial. Le interesaba mucho el psicoanálisis, de hecho era un defensor acérrimo de las teorías de Freud.
Se casó por primera vez con la escritora Friederike Maria von Wintemitz, quién por él abandonó a su marido. Se divorciaron en 1938 y un año más tarde se casó con su joven secretaria Lotta, con la que se suicidó en 1940 en Brasil, su lugar de residencia en esos momentos. La soledad, la idea de que la guerra no acabaría y la imposibilidad que veía en acabar su mayor obra, fueron las causas que esgrimió en la carta a su ex mujer en la que le explicaba el porqué de su decisión de suicidarse (y con la que mantenía una buena relación de amistad).

Viaje al pasado fue mi primera lectura de este autor. Es un relato muy corto que narra el reencuentro de una pareja al cabo de muchísimos años. Ambos se habían amado mucho pero no habían materializado su amor y ambos se piensan que aún se aman de la misma manera. Pero al encontrarse, después de tantos años separados por culpa de la guerra, se quedan inmovilizados, congelados, sin ser capaces de reanudar aquella maravillosa historia de amor. Un amor imposible e idealizado por el paso del tiempo y que no tiene lugar en la realidad del “hoy”. 
No es un libro con mucho diálogo, pero es increíble como Zweig
describe las expresiones, las miradas, los ambientes. Parece que estés con ellos, mirándolos mientras hablas, mientras se miran, tú estás allí, a su lado y sintiendo lo mismo que viven los protagonistas. Es como estar en el escenario de un teatro, entre los actores, pero sin que nadie se de cuenta de que está allí, observando.

Y cómo he dicho antes, hace un mes aproximadamente me leí Cartas de una desconocida,  uno de los libros mejor considerados de Stefan Zweig. En este caso, la temática del libro es la siguiente: una mujer que acaba de perder a su hijo y que afronta sus últimas horas, escribe una carta anónima a un escritor del que ha estado enamorada toda su vida, sin habérselo dicho jamás. Este amor apasionado y obsesivo ha sido el motor de su vida, desde la adolescencia hasta su muerte.

Cómo libro quizá no ha sido tan brillante como me esperaba, que no quiere decir que no me haya gustado ni que no lo considere bueno, pero la obsesión de la protagonista es tan exagerada que, aunque quizás fuera lo que el autor pretendía en su momento, yo hubiera preferido algo un poco más creíble, menos enfermizo. Es imposible identificarse con la protagonista, en pocos momentos he logrado empatizar con ella, me ha generado una pena relativa, y esto era algo con lo que no contaba. Y quizás ha sido por eso que Viaje al pasado me dejó mejor sabor de boca.

Pese a esto, sin ninguna duda, creo que es un buen libro. Tiene una prosa espectacular, el autor se expresa de una manera tan sencilla en la que dice tantas cosas y tan profundas que no puedes parar de leer. Es mágico, y consigue que un mes más tarde, aún piense en la protagonista, en como enfocó su vida y en cómo fue capaz de vivir así. ¿Es esto realmente amor? ¿o es sencillamente obsesión?  

La siguiente obra que me leeré de Stefan Zweig será Veinticuatro horas en la vida de una mujer, pero dentro de un tiempo…

8 de marzo de 2011

Crónica de la Marató de Barcelona 2011 (desde el otro lado).

Fotos realizadas por mí en la Marató de Barcelona 2011


Cómo ya he dicho en algún post anterior, mi marido-pareja-padre de mis hijos pertenece a ese grupo de especímenes que tan bien describe Marciano Durán en Esos locos que corren.
Y cómo mujer-pareja-madre de los hijos de un loco que corre me gusta ir a verlo a las maratones, medias maratones, carreras de montaña, y o que se tercie siempre que puedo. Y que mejor ocasión que la Marató de Barcelona que se realizó el pasado domingo, cerquita de casa y con mucho ambiente.
Por tanto, mi crónica es desde el otro lado, del lado del que no corre, del "acompañante".
Normalmente se suele madrugar porque se tiene que estar pronto, pero además, la Marató de Barcelona empieza muy pronto, a las 8:30. Así que cuando vas un domingo a las 7:15 de la mañana por Barcelona, más en concreto cerca de la Plaça Espanya, lo único que camina por las aceras suelen ser seres vestidos con mallas y  bambas.
En cuanto entras en el edificio habilitado como vestidor y guardarropa, notas el olor a réflex, a sudor (porque algunos antes de correr ya "cantan"). Los corredores se preparan, estiran, se ponen tiritas, vaselina, se colocan el dorsal, se hacen las últimas bromas, ¿en que cajón vas a salir tú? ¿que número tienes en el dorsal? yo saldré con el globo de 3h15, luego ya veremos, ¡no corras en los primeros kilómetros que luego lo pagarás! ¿manga corta o tirantes? Y yo miro, escucho y aguanto chaquetas, mochilas, hago fotos y poco más.
Queda poco, todos hacia la salida. Últimos estiramientos y se pierden entre la marabunta. Yo me voy a buscar un buen sitio para hacer unas fotos de la salida, será difícil localizar a alguien considerando que hay del orden de 15000 inscritos. Encuentro un hueco e intento reconocer a alguien. Con tanta gente parece misión imposible pero se puede hacer. El cerebro humano está capaz de discriminar las imágenes que envían los nervios ópticos de aquellos corredores que no son los que buscas. Y además, mi cerebro, está entrenado.
Una vez detectado el objetivo y como queda un rato hasta que den la salida me dedico a observar mi entorno. Acaba de pasar una señora que podría ser mi madre pero lleva un dorsal y mallas, alucino, le miro las piernas y alucino más porque no parece que sea su primera carrera. De hecho, los kilómetros que habrá corrido a lo largo de su vida esta buena mujer seguro que son superiores a los míos efectuados en coche.

Y por fin, ¡¡empieza la carrera!! Primero sale la élite, y luego el pueblo llano. Foto, foto, foto y corriendo a buscar un bar para tomarme un donut y un café antes de ir corriendo al siguiente punto en el que pienso que puedo tomar otras fotillos.
Encuentro un bar bastante vacío (imaginaros como era para estar vacío con la de gente que corría por allí) pero como no tengo muchas  manías me tomo mi donut y mi cortado, con leche natural, por supuesto, y me voy corriendo al puesto de avituallamiento que hay en el kilómetro 10. A medida que me acerco, intento salvar mi vida esquivando los botellines de agua o Powerade  medio llenos que los corredores tiran fuera de la carretera para no tropezar. Los lanzan al aire y forman bonitos arcos en el cielo que evidentemente dejan de ser arcos para caer en tu cabeza, o bien en el suelo, al lado de tus pies con el consiguiente estallido de la botella.
Después de sortear los obstáculos y verme en un sitio un poco más segura me dispongo a mirar a ver si veo a mi marido. Me he quedado 1 hora y no lo he visto. Hay dos opciones, que le haya pasado algo o bien que sencillamente mi cerebro no está tan entrenado como pensaba y no le haya reconocido. Prefiero optar por la segunda opción y me voy corriendo a otro punto a ver si lo engancho.
Ahora cojo el metro, arriba, abajo, lleno de cochecitos con niños, empujones, mochilas que se clavan en la espalda, franceses, italianos, ... y todos parece que tienen muy claro dónde van. Yo no debo tener pinta de autóctona, sino más bien de guiri que no sabe ni lo que es el metro porque se me acerca una suiza (lleva una banderita en la mano) mientras miro un mapa y me pregunta: Can I help you? Evidentemente me quedo alucinada y le contesto No, thanks, pero más roja que un tomate.

Ya estoy en el kilómetro 25, las caras de los corredores ya son otras. Se ven muecas de dolor, hay algún corredor que ha de parar a estirar, le tiemblan las piernas, debe tener los gemelos en la oreja. Otros tienen la cara desencajada, en cambio otros van como si nada (pocos, eh??) , hablando con un colega, comentando cosas, ...
Leo los dorsales, Filippo, Lionel, Gioseppo, Jordi, ...Jordi!! otro autóctono en esta vorágine de corredores!! Vinga Jordi!!! Pero Jordi no me oye porque va escuchando ves a saber qué con sus auriculares...
Los corredores más blancos de piel van cubiertos de crema solar (tipo factor 70), que mezclada con el sudor ofrece un espectáculo un poco lamentable.
Esta vez cumplo mi objetivo, hago unas cuantas fotos y vuelvo a coger el metro . Increíble que el ayuntamiento de la ciudad condal no haya previsto aumentar la frecuencia de los trenes, vamos, que van los vagones a reventar, y pasan cada 5 minutos, y empiezo a estar nerviosa porque estoy apurando mucho y si no llego rápido tampoco veré la llegada....
Subo corriendo las escaleras del metro, oigo coches (¿?), oigo voces , están detrás! Cruzo el semáforo y ya los veo, ahora el espectáculo ya es de puro sufrimiento. Todos sufren. Estamos en el kilómetro 38 aproximadamente. Los grupos de corredores van más espaciados, la mayoría ya no corre de manera tan ágil, están muy sudados, cansados, congestionados, concentrados,...y aún les quedan 4 km...

Y atención, de repente una viejecita suicida anti-maratón intenta cruzar la calle por la que corren (que debe hacer un metro y medio de ancho)  con el agravante de que va arrastrando un carro de la compra. Nuestra kamikaze cruza y casi se la come un corredor italiano que empieza a desahogarse a gusto mientras sigue corriendo. La viejecita, entonces, completamente indignada, empieza a decir que la culpa es del corredor. Je, je , que graciosa la mujer.
Tengo suerte, foto, foto y corriendo hacia el metro otra vez. Ahora rumbo a la meta. Pero gracias a la maravillosa frecuencia de paso de los trenes no llego a tiempo. Busco a mi marido que está sano y salvo (más salvo que sano) y que ha mejorado mucho su marca. Está contento y feliz y yo también. Vemos otras llegadas. La verdad es que todas las llegadas son emocionantes. Algunos corredores levantan los brazos justo debajo del arco de meta, , otros saltan, algunos entran con niños en brazos... luego todos paran su "reloj". Y paran de correr, se abrazan, se besan algunos, pero todos sonríen, están contentos. Y se te queda un nudo en la garganta cuando ves ésto, y entonces es cuando puedes imaginar que la emoción de acabar una maratón, de mejorar una marca, debe ser mucho mejor que la que tu acabas de sentir al verlos. Y entonces te gustaría haber corrido con ellos.

Moltes felicitats a tots aquells que vau participar a la Marató de Barcelona!! 


Foto realizada por mí marido en la Marató de Barcelona 2011


6 de marzo de 2011

Bizcocho de chocolate

Me encanta hacer pasteles y bizcochos y todo lo que sea dulce en general. Este bizcocho de chocolate es fácil de hacer y nada pesado. Queda ligerito, ligerito, y esa es la gracia en cuestión. 


La receta me la pasó mi cuñada hace mil siglos y cuando me compré la thermomix la adapté, ya que como era un bizcocho que hacía muchas veces, pensé que sería buena idea probar de hacerlo con "la máquina". Así que voy a poner las dos recetas, para el que quiera hacerlo de manera tradicional o para el que quiera probar con el robot. Queda buenísimo de cualquier manera, os lo aseguro. 

Ingredientes
  • 200g de mantequilla o margarina
  • 200g de harina de repostería
  • 200g de azúcar
  • 200g de chocolate en polvo, tipo el que se utiliza para hacer chocolate a la taza.
  • 3 huevos grandes o 4 medianos
  • 1 sobre Royal
  • 1 copa de coñac
  • 1 vaso de leche
Preparación tradicional
  1. Precalentar el horno a 180º
  2. Separar las claras de las yemas de los huevos. Montar las claras a punto de nieve. Reservar.
  3. Deshacer la mantequilla o margarina y mezclarla con la leche. 
  4. Añadir el chocolate, la harina, el coñac, las yemas, el azúcar, el sobre de Royal. Mezclar sin que queden grumos.
  5. La mezcla la vertemos con cuidado en el bol donde reservábamos las claras y envolvemos delicadamente.
  6. Ponemos la mezcla en un molde grande (22 cm aproximadamente de diámetro) y se hornea a 180º unos 40-45 minutos (depende de cada horno)
Preparación thermomix
  1. Precalentar el horno a 180º
  2. Separar las claras de las yemas de los huevos. 
  3. Deshacer la mantequilla o margarina y mezclarla con la leche. Reservar.
  4. Ponemos el azúcar en el vaso y aplicamos durante 20s velocidad progresiva 5-10. Así obtenemos azúcar glas. Reservamos.
  5. Introducimos la mariposa y las claras de los huevos. Tantos minutos como claras a velocidad 3 1/2. (Si tenemos 3 claras, pues 3 minutos, si tenemos 4 claras , 4 minutos). Reservamos.
  6. Quitamos la mariposa.Volvemos a introducir el azúcar en el vaso y las yemas de huevo y programamos 2 minutos , temperatura 37º, velocidad 3.
  7. Añadimos la harina, el Royal, y el chocolate y la mantequilla fundida con la leche. Mezclamos alrededor de unos 10 segundos a velocidad 6. Hay que controlar que quede bien mezclado, sin grumos  y que no queden restos en las paredes.
  8. La mezcla la vertemos con cuidado en el bol donde reservábamos las claras y envolvemos delicadamente.
  9. Ponemos la mezcla en un molde grande (22 cm aproximadamente de diámetro) y se hornea a 180º unos 40-45 minutos (depende de cada horno)
Y ya lo tenemos, exquisito.

Una vez frío se desmolda y, si se desea, se puede hacer una cobertura de chocolate. Yo la hago, tal y como podéis ver en la foto, pero también se puede adornar con nata, frutas, ... en fin, a gusto de cada uno y de su amor por el chocolate.

Bon appétit!